Hace un par de años que Artur Mas se apartó de la política para contentar a la CUP y facilitar el inicio de la legislatura. Desde entonces, los 10 diputados de la CUP han tenido más poder que el propio 'Govern'. ERC y el PDeCAT quieren demostrar lo contrario pero los acontecimientos revelan que la CUP es determinante. En este sentido, los 'anticapitalistas' se han aprovechado el tirón del 'procés' con el fin de cumplir su sueño: construir una Cataluña antisistema. De momento, no lo han conseguido pero han hecho algo inimaginable: la antigua Convergencia ha seguido las pautas de los anticapitalistas de la CUP.
El fracaso de los independentistas se puede incrementar tras la celebración del 21-D, ya que algunas encuestas confirmarían que se alejan de la mayoría absoluta. No obstante, en un último intento de salvar el 'match ball', los partidos separatistas quieren deslegitimar el sistema utilizado para el recuento de votos. La estrategia ha tenido algunos seguidores como juristas, que apoyan teorías conspirativas. Hablan en tertulias, redactan manifiestos pero saben que la población ya no cree en dichas teorías. Intentan engañar a la gente pero saben que los futuros votantes tienen acceso a la información. No obstante, lo siguen intentando para evitar el desastre electoral del independentismo.
Evidentemente, detrás de las teorías conspirativas, hay miedo a los resultados del 21-D. Saben que los comicios no son el 1-O, una votación en la que se manipularon los resultados. La estrategia independentista es clara pero falta saber si tendrá utilidad. Ante esta situación, el mensaje tendría que ser otro: todos los ciudadanos tienen que confiar en la democracia española. Los apoderados de todos los partidos -independentistas o constitucionalistas- tienen que participar más que nunca para evidenciar lo que sabe la mayoría de los catalanes: España es una democracia y todos los votos tendrán validez. De lo contrario, ¿cómo se explica la mayoría independentista en el Parlament de Cataluña? El próximo 21 se volverá a demostrar que los catalanes confían en la democracia española.